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— Elapsam semel occasionem non —

— ipse potest Iuppiter reprehendere —
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♠ Nombre;
Svitlana Boyko

♠ Sexo;
Femenino

♠ Edad;
22

♠ País de origen;
Ucrania

♠ Poder;
Luz

♠ Personalidad;
Quizá la más destacable peculiaridad del carácter de Svitlana es su ferviente deseo de presentarse siempre madura y siempre centrada ante los ojos de quienes juzgan. Un personaje que necesita tener la situación bajo el control de sus propias manos para conservar la cordura en todo momento, pero eligiendo resguardar sus miedos y debilidades tras el manto del orgullo y la petulancia, huyéndole a los problemas mientras la situación se lo permita antes que armar el valor para enfrentar aquello con lo que no puede.

Inteligencia y asertividad de la mano con una personalidad fuerte pero caprichosa. Frialdad y sarcasmo suelen reinar en su labia especialmente para con esa gente que no resulta de su agrado, pero incluso detrás de esa coraza de dureza existen ciertos dejos maternales en su forma de ser. Independiente hasta el punto de mentirse a sí misma, pero le gusta que otros dependan de ella. A pesar de lo cruda de su actitud no le cuesta trabajo desenvolverse con las personas a su alrededor y disfruta como cualquier otro de la compañía de los que aprecia. La que va a una fiesta y baila hasta que sus tacones la matan, pero no toma más de dos vasos porque sabe que debe conducir para llegar a casa luego.

Y aunque Svitlana presume racionalidad, la verdad es que suele ser muy impulsiva en sus decisiones y demasiado parcial a la hora de decidir quién gana su compasión y afecto y quién debería pudrirse en una zanja. Una realista cabeza dura que no acepta fácilmente ver sus creencias rotas ni su ego ultrajado, y ten por seguro que daría una buena pelea antes de rendir cualquiera de los dos.

♠ Apariencia;
Su estatura de 168 cm. —baja si se tiene en cuenta su edad— y cifra de peso que con tanto cuidado mantiene en secreto del mundo apenas comienzan a ser indicios en cuanto a las particularidades físicas de Svitlana. El cuerpo de la joven se caracteriza por su delgada, casi rectilínea figura. Tanto la falta de desarrollo como la de trabajo se exhiben con claridad en ella: las prácticamente inexistentes curvas que deberían contornear busto y caderas, sus extremidades de débil musculatura apenas marcada y apenas existente por la mera razón de que su anatomía no funciona sin ella. Definitivamente una silueta femenina, mas no tanto como quisiera la de una mujer.

Caucásea, su tez adornada por un pequeño par de brillantes orbes celestes cuya intensa, fría mirada penetra hasta el alma si decide en algún momento juzgarte con ella. Una bonita nariz redonda y respingada, labios pequeños y finos que siempre aprieta o hace para adentro al mostrar disgusto. Cuida el grosor de sus cejas por miedo a que no se noten, el pálido tinte rubio en las mismas delata el color original de su cabello, corto como un hombre y lacio, que meticulosamente tiñe de blanco en su totalidad y gusta de decorar con broches y horquillas ostentosas.

Su guardarropa consiste básicamente de tonos monocromos y colores pálidos con los cuales complementa. Partidaria de los vestidos y calzas más que de un pantalón abrigado, botas y tacones para disimular su escasa altura son imprescindibles en el día a día. Si no tiene razones para hacerlo no escatima en accesorios. Lleva un reloj digital bastante grande rodeando su muñeca izquierda.

Spoiler:

♠ Historia;
Slitvana nació y creció toda su vida en Kiev, Ucrania, bajo el seno de una amorosa mas extensa familia de seis integrantes. Tres hermanos mayores y ella siendo la última en arribar, aunque el esfuerzo hiciera falta a pesar de la cantidad de bocas que alimentar ninguno jamás debió pasar hambre.

Y mucho menos la de la pequeña Lana. Ser la menor y —que va— la única mujer entre los hijos le ganó de forma automática el título de consentida incluso entre sus hermanos, con los cuales prácticamente se crió durante las horas en las que la cuidaban mientras sus padres salían de escena por cuestiones del trabajo. La malcriaron tanto como pudieron, la alentaron y ayudaron tanto como pudieron, riñeron y pelearon tanto como pudieron. La infancia de la joven fue una muy buena.

A los 12 años Slitvana iba no sólo a la cabeza de su clase sino del curso entero, habiéndose volcado en el estudio lo mejor que pudo al igual que sus hermanos quienes ya habían terminado la escuela y comenzaban a enfocarse en la facultad. No fue entonces una verdadera sorpresa —aunque sí una muy grata— el día en el que por correo llegó una carta para ella, dentro de la misma la considerable beca que fácilmente cubrió los gastos del resto de su escuela elemental y secundaria.

Ésto permitió a su familia recaudar el dinero suficiente para enviarla a una de las mejores universidades que pudieran conseguir en la capital según la orientación a Artes que ella estaba decidida a seguir. Y, con la misma, llegó también un programa de intercambio alrededor del mundo del que Slitvana, interesada y habiendo obtenido el permiso de sus padres, no dudó en participar.

La semana siguiente de su vigesimoprimer cumpleaños la recibió en Nueva Zelanda, donde actualmente estudia su carrera desde hace casi un año y recide en el hogar de una hospitalaria pareja como parte del programa. Entre trabajos, amigos, tareas y salidas Slitvana llevaba una vida igual a la de cualquier típico joven en edad universitaria, ahogada en entregas, resaca y litros de cafeína.

Y cierto día un solo hecho logró darle un giro en 180º a todo: Slitvana tuvo un sueño.

Un sueño blanco y puro, de vida, de paz y de equilibrio. Un sueño de leyendas. Un sueño que no tardó en morir y ser reemplazado por uno nuevo oscuro y sombrío, de división, de pérdida y de rojo carmesí.
Un sueño tan distante pero tan real a la vez que con dificultad parecía uno.

Un sueño de una misión.



Dejó pasar un día, dos, tres, que no tardaron en hacerse semanas y éstas últimas en meses, pero en ningún momento pudo sacarlo de su cabeza. No había tiempo en el que no pensara al respecto, poco a poco aceptando el hecho de que no se trataba de un sueño, se trataban de memorias. Confusos recuerdos de una época pasada y de un nombre que ya no es su nombre que la dejaban en vela por noches enteras discutiendo con sí misma sobre si creerlas o no. Historia de una misión que debía acarrear con sus hermanos. Sus once verdaderos hermanos.


Perdida y distante, hace todo en sus manos para ocultar este dilema mientras a la vez intenta resolverlo por los pocos medios que posee. ¿Qué otra opción queda, creyendo haber dejado atrás el más mínimo grano de cordura, más que seguir adelante?

♠ Extras;
- La universidad la ha hecho una amante sin remedio del café hasta el punto de la dependencia.
- El sedentarismo le ha ganado un estado no muy atlético que digamos. Suele fatigarse rápidamente cuando corre o intenta mover cosas que son muy pesadas para ella.
- Acentúa siempre sus facciones con un poco de maquillaje y es muy perfeccionista sobre todo respecto de su apariencia. Tiene la inconsciente manía de reojear su vestimenta y arreglos o detenerse a corregirlos frente a vidrieras o espejos.
- Su figura la acompleja y responde con agresión cuando siente atacadas su falta de pecho, cadera o incluso estatura. Guarda en secreto su peso también por la misma razón.
- Estudió latín durante su formación académica.

♠ Color de roleo;
#6eb5c9